El ejercicio de la ciencia en la España de la Ilustración sufrió lo que se ha dado en llamar el proceso de militarización. Al interesar a los primeros gobiernos borbónicos la ciencia útil, encontraron en el Ejército su mejor aliado y uno de sus mayores consumidores. La ciencia era y es imprescindible al menos para los marinos, los artilleros y los fabricantes de armas y municiones. De esa manera los ejércitos se convirtieron en semillero personal e institucional del desarrollo de la ciencia en España. La Armada resultó fundamental en la mayoría de las expediciones científicas y en todas las hidrográficas. También se ocuparon de algunos jardines botánicos, como el de Cartagena, en donde se realizaban funciones de enseñanza, investigación de la flora circundante y aclimatación de la flora exótica; muchos Colegios de Cirugía comenzaron su andadura ligados a los ejércitos, también la Academia de Artillería, en donde se sigue conservando, además del laboratorio de Proust, una excelente biblioteca científica ilustrada, aparte de la inmensa labor de los ingenieros militares efectuada en muy diversas misiones en los virreinatos americanos o el observatorio astronómico y el depósito hidrográficos abiertos por la marina en tierras andaluzas.
Las nuevas instituciones, las novedosas actividades precisan del concurso de una serie de constructores capaces de asimilar todas las modernas técnicas y preparar espacios en donde se efectúen las nuevas actividades científicas con facilidad."La Fundación Ramón Areces no se hace responsable de las opiniones, comentarios o manifestaciones realizados por las personas que participan en sus actividades."